martes, 9 de diciembre de 2008

Números en el Teletón

He de decir que personalmente no me agrada el Teletón, perdí la fe en él mas o menos en las 2a. edición, por todo lo que había alrededor, y hoy, 11 teletones después, soy un firme creyente de que ellos enfrentan una gravísima crisis de marca, y hoy me tocó leer, en la columna de Carlos Loret de Mola, conductor del noticiero de la mañana más visto de México, algo que cualquiera con dos dedos de frente se podía haber dado cuenta, las cifras del Teletón:

Carlos Loret de Mola
Historias de un reportero
09 de diciembre de 2008
Lo que no se vio en el Teletón

Un grupo de científicos no duerme las 30 horas del programa. Las lágrimas de Lucero se miden en pesos y cómo coopera el país

Perdida entre camerinos con nombres famosos, entre cientos de personas que corren por los pasillos del foro, sillas de ruedas y el permanente ruido de la producción televisiva más monumental del año, una oficina de 10 metros cuadrados —con un austero cartel en la puerta que dice “Cifra”— es lo menos visto del Teletón. Adentro, un grupo de científicos tampoco duerme las 30 horas que dura el programa. Ahí, el Teletón pierde sentimiento y gana rigor numérico: las lágrimas de Lucero se miden en pesos; los exhortos de Fernando El Chobi Landeros, en depósitos, y se puede establecer si la invitación a donar en favor de los niños con discapacidad hecha por Marco Antonio Regil atrajo más dinero en Nuevo León o en Oaxaca. Los milagros necesitan quién les haga la talacha. Para eso, el Teletón ha creado una estructura que mide todo en hojas de cálculo: cuánto se ha depositado por teléfono, cuánto en sucursales, cuánto por tarjeta de crédito o internet, cuánto por estado, cuánto en el extranjero y cómo se comparan esas cifras con años anteriores.

Así, se pueden ir incorporando a la transmisión en vivo invitaciones focalizadas, basadas en datos, para promover los donativos ahí donde está floja la participación: hay que hacer un llamado a los ricos porque van 35% abajo las tarjetas de crédito, diles a los yucatecos que están aportando la mitad que el año pasado, una sucursal de Coahuila lleva media hora sin recibir nada. La presión por no llegar a la meta que se exhibe al aire tiene sustento matemático: una gráfica muestra minuto a minuto el comparativo del monto recaudado en el año con el inmediato anterior.

No es casualidad qué casos se presentan. Ni siquiera el horario en el que aparecen. Está medido que México coopera más cuando percibe que en el caso que se expone hay esperanza de recuperación y la obra del Teletón ha rendido frutos. La gente se solidariza más cuando el niño con discapacidad es elocuente que si los elocuentes son sus padres. Los más prometedores van al prime time.

Se planea hasta qué conductor presentará cada historia: si una niña se llama Lucero, quién más sino su tocaya famosa. Con base en perfiles y oficios se asignan a cada conductor los expedientes con los que puedan motivar la generosidad. Cada uno conoce con semanas de anticipación las historias de los niños y familias que entrevistará, se organizan convivencias para “romper el hielo” y cada presentador es informado de un índice que cuantifica el promedio de lo que recaudó por cada persona que estaba viendo la tele cuando salió al aire la historia a su cargo. Mucho, mucho más allá de las emociones del Teletón, hay una fundación que asume con responsabilidad científica la oportunidad de tener 30 horas de televisión para juntar dinero en favor de su causa para dar atención de primer mundo al mayor número de niños con discapacidad que se pueda. Y eso no se ve, pero sí se siente.

Vaya esto no como una crítica, o para aquellas personas que no saben como se eligen los casos, o como se estructura, yo sigo en mi idea de que el Teletón es un excelente pretexto para deducir im puestos, y nada más, y también que la desconfianza de la gente es enorme y cada vez crece más, o el hecho de ese rumorcito que la razón social de los CRIT's es Televisa, S.A., vaya, son cada vez más y más rumores que comienzan a presionar a un cada vez más devaluado evento, tanto que desde hace un par de años, ya no usan el Estadio Azteca para el cierre, sino que ya mejor se mueven al Auditorio Nacional, señal inequívoca de que la cantidad de gente que asiste al cierre ha disminuido, lo cual no puede sino confirmar que la gente tiene una crisis de fe en la marca, ya no son lo leales que eran, y ese es el punto más fuerte a combatir en los siguientes años, queda en la gente de ventas de Televisa y en su poderoso departamento de mercadotecnia el hecho de lograr que ese consumidor que era cautivo, vuelva a serlo, aunque la márca empieza a entrar a la madurez (nota mental, explicar el ciclo de marca)

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